Ser progresista



Por alguna razón en Europa se vincula la idea del progresismo a la izquierda política, cuando en realidad el progresismo hunde sus raíces en la revolución francesa de 1789 y los movimientos sociales en los EEUU del siglo XIX. En términos sociales, el progresismo tiende a ser identificado con la lucha por las libertades individuales y homologado al concepto liberal.

La filosofía política del progresismo, es de carácter democrática, tendente a defender ciertas posturas íntimamente ligadas a la libertad personal, como la defensa de la libertad sexual y emocional, el ecologismo, la cultura local o regional, el derecho al aborto, a la protección social sanitaria, la educación universal o una justicia accesible.

No hay que confundir el progresismo que defiendo con el que define esta palabra en América Latina, que tiene un corte mas anti-estadounidense o próxima al socialismo centralizado, lo cual no se entiende demasiado dado que el concepto del progresismo surge con las revoluciones liberales decimononas.

El progresismo es una tendencia que separa el liberalismo del libertarianismo aproximandolo un poco al concepto de estado de bienestar o socialdemocracia. Pretende dotar colectiva mente a la ciudadanía de unas mínimas bases sanitarias y educativas, así como protección legal para que los mas desfavorecidos tengan un cierto asidero con el fin de poder competir en una sociedad difícil y dura.

Sin embargo y lamentablemente, se confunde progresismo con una suerte de ingeniería social que suelen ejercer los grandes partidos políticos a fin de manipular la sociedad hacia sus tesis, toda ley por definición, ejerce una presión sobre el comportamiento, convirtiéndose en en leyes restrictivas o que limitan la libertad individual.

Limitar o fomentar, es ingeniería social, no es progresismo.

Lo que sí seria progresista sería acotar y legislar lo que la ética universal nos iguala como seres humanos la educación, la sanidad, la libertad y la justicia.