Las modificaciones legales en cuanto al
recorte de las prestaciones sanitarias a extranjeros, en resumen, la
perdida del carácter universal de la sanidad publica española,
rompe la sociedad entre los que ven un acto execrable y los que ven
un acto necesario.
En cada bloque de pensamiento se unen
razones visibles, como las de mercado, costes, racionalizacion,
solidaridad, humanismo y otras menos visibles como las racistas,
egoístas o simplemente las que utilizan esta cuestión como ariete
político.
Intentando una vez mas de alejarme de
la noticia puntual, mi reflexión viene a colación de la misma sobre
los limites de la solidaridad. Y digo solidaridad porque no me gusta
la caridad, que no es lo mismo. Solidaridad es el sentimiento de
unidad basados en intereses comunes o compartidos, por lo que se
gestiona común y compartidamente y caridad es un acto vertical, del
que puede al que no puede y que queda sujeto a la voluntad del
donante.
Creo que en una situación económica
solvente, cualquiera que se plantee recortes en materia de
solidaridad debe ser una persona muy pobre de espíritu y bajeza
moral, pero la filantroía, el humanitarismo, la generosidad... ante
la pobreza, como en el caso del cariño y el amor y suelen saltar por
la ventana.
Si tenemos en cuenta que el aporte
común para la gestión compartida esta siendo permamentemente
agraviada por el fraude fiscal, el asalto al botín publico, la
economía sumergida, al generoso no solo le es mas oneroso mantener
la solidaridad si no que además, se le queda cara de idiota.
Sumándole las presiones mediáticas, para desprestigiar y
desmantelar cualquier sistema de solidaridad común o publica es
cuando la búsqueda de un enemigo interior, un objeto de los males,
surge en nuestro ánimo y ese mal es generalmente el pobre, el
extranjero, el menesteroso, pasa a ser del objeto del humanitarismo
al parásito social que socava la cartera.
En un país donde nos están diciendo
permanentemente que trabajar por 10 euros la hora hunde a la empresa,
a la sociedad y retrasa el crecimiento económico. Un país donde las
grandes fortunas son perdonadas de sus desfalcos, no pagan
prácticamente impuestos, donde una banca se come los ahorros
públicos mientras nos exige pagar puntualmente la hipoteca y donde
yernos, amigos, buscavidas y semejantes se lo llevan crudo. ¿Como
podemos exigirle a la sociedad mantener un estado de bienestar a
costa de sus magros ingresos?.
La defensa de la sanidad universal,
origen de esta reflexión, o la capacidad de una sociedad de que
todos sus ciudadanos tengan tanta educación como sus capacidades y
su voluntad les permitan, cuesta un dinero solidario y ese dinero
solidario nace de unos impuestos que se entremezclan como un tótum
revolútum, que hacen invisibles las cantidades dedicadas a cada
partida en relación con las pagadas individualmente. Y esa
invisibilidad hace que sea relativamente fácil crear un clima de
animadversión hacia beneficios comunes que intereses privados
quieren asumirlos como forma de negocio en el mas licito de los
sentidos o como una muestra de un egoísmo exacerbado.
Vuelvo al ciudadano al que se le acaba
el sueldo antes del mes y le dicen que hay que eliminar costes
“innecesarios” dado que no eliminarlos implican mas impuestos y
le cuentan que en sanidad son prescindibles la fecundación
artificial, los abortos o en el caso mas próximo, la atención a
personas que “no cotizan” (como si al comprar un pan no pagaran
IVA), o que son extranjeros, sin explicarle que para hacer eso hay
que quitar una palabra “universal” y quitar esa palabra implica
que el próximo, quizás, sea el.
El ciudadano, pese a querer o no ser
solidario, tiene una cuestión sobre el: Simplemente no puede mas.
¿Como podemos pedir mas solidaridad a quien no tiene para
practicarla?, podemos pedirle la lucha política.
Mantener el estado del bienestar
depende de la lucha política, porque gobernar es elegir y nuestros
gobernantes prefieren recortar la solidaridad que no recortar en
otras partidas. Nuestros gobernantes cargan sobre la masa trabajadora
el coste de una mala planificación, una mala gestión y una
ideología que elige, recortar lo mas básico.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl problema llega de golpe después de habernos tenido discutiendo sobre sanidad, solidaridad, recortes y demás deportes. Porque mientras miramos solo lo que nos afecta directamente y a corto plazo, no nos planteamos pensamientos de mayor envergadura y que, con toda seguridad, entrañen socabar los principios toda una vida de adoctrinamiento capitalista.
ResponderEliminarPues muy interesante reflexión.
ResponderEliminarPersonalmente creo que tenemos que tener referencias claras sobre qué mundo deseamos construir y qué vamos a aportar nosotros.
Por desgracia el "sálvese quien pueda" parece ser el mensaje claro que nos envían, con lo que cualquiera se convierte en enemigo, y principalmente a los que podemos "diferenciar" para de forma efectiva acabar discriminando. Esto hace que la solidaridad esté muy desprestigiada hoy en día, hasta el punto que a la simple conducta cívica ya se le empieza a llamar solidaridad y por tanto pasa a tener mala prensa porque no es "económicamente sostenible".
Es muy grave lo que está ocurriendo y felicito el que se denuncie porque los que cargan indiscriminadamente sobre los más débiles no se privan de hacer propaganda.