Lo cierto, es que todos los regímenes políticos totalitarios, todos sin excepción y todas las religiones o grupos que pretenden de un modo u otro imponer un pensamiento único o pretenden orientar moralmente a la sociedad, pretenden, en primera instancia controlar la sexualidad de las personas.
La dictadura soviética persiguió implacablemente a los homosexuales, la franquista cualquier moral sexual que no coincidiera con el catolicismo, la dictadura argentina excluía cualquier forma de heterogeneidad posible tanto religiosa como de opciones sexuales y podríamos continuar con cualquier estado totalitario.
Las religiones monoteístas y en el contexto español que es desde donde hablo encarnada por el catolicismo como religión ya no mayoritaria pero si altamente influyente, también tienen una animadversión a la sexualidad y buscan su control como método de control social.
El catolicismo como buen régimen totalitario cuando ha podido ser y como bien generador de opinión totalitario cuando afortunadamente no le dejan ser el creador del régimen, tiende a naturalizar conductas reglamentadas, dirigidas y pautadas, donde no se permitan heterodoxias, dopnde no se permitan conductas que se salgan a su modelo de conductas deseables. Generando en las conciencias de los ciudadnos un “temor” a ser diferentes y una exclusion social de todo aquel distinto, con tendencias de librepensamiento sea este sexual o de otro indole.
Bertrand Russell, tenia razon.
Estos días la prensa ha desvelado que fuera de los circuitos de religiosidad ortodoxa, los creyentes cristiano-católicos que ademas son homosexuales se reúnen, alrededor del colectivo CRISHOM (Cristianos Homosexuales) y bajo la premisa de que “jesus acoge, no margina”. Son los cristianos gays del barrio de Chueca, que hartos de toparse con la Iglesia, pero creyentes como el que más, han creado su espacio de rezo y oración en una de las calles más transitadas del ambiente
Dejare para otro día la reflexión sobre por que un ser humano se empecina en pertenecer o querer sentirse parte de una entidad (en este caso la comunidad católica), cuando esta le niega el derecho a ser parte de la misma por su propia condición natural.
La libertad, el derecho a pensar se pierde cuando la sociedad, sus individuos y colectividades empiezan a obsesionarse o simplemente plantearse acatar esas pretendidas normas que intenta enconsertar el pensamiento, la sexualidad o la libertad individual.
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